1.513: El Mar del Sur

Sin medir bien sus posibilidades, Carlos VIIIº decidió conquistar el Milanesado, lo que facilitaría futuras conquistas en Italia. Piero IIº de Medici, hijo de Lorenzo “El Magnífico”, ante la amenaza, le entregó las fortalezas fronterizas de Florencia, por lo que los ciudadanos le expulsaron. Así prácticamente se hizo dueño de Florencia el dominico Girolamo Savonarola, prior del convento de San Marcos, que, siguiendo la línea de Santo Tomás de Aquino, pretendía la reforma de la Iglesia. En sus apocalípticos sermones penitenciales, convencido de su misión profética, atacaba a todos los dirigentes, laicos y eclesiásticos, que equiparaban justicia con venganza, empleando la violencia o el veneno para materializar sus ambiciones, y la inmoralidad papal y eclesiástica, en general. Fue el último católico que pretendió, o creyó posible, una reforma desde dentro, antes de la ruptura con Luther. Más que su propia osadía fue la radicalidad de sus seguidores lo que le precipitó a la hoguera. De modo que Carlos VIIIº pudo acudir en ayuda de los barones angevinos de Nápoles, que se habían sublevado contra Ferrante Iº, hijo bastardo de Alfonso Vº de Aragón. Comprendiendo el peligro, Fernando de Aragón, que era también rey de Sicilia, organizó una coalición, a la que, además de Castilla, incorporó al propio Milanesado, los Reinos Pontificios, Venecia, Génova, Inglaterra y el Imperio Alemán. Atenazado, en 1.495, Carlos VIIIº debió abandonar sus pretensiones, regresando a sus fronteras anteriores. Como resultado de tal coalición, y para reforzarla, se produjeron dos compromisos matrimoniales que tendrían importantes consecuencias. Catalina, la hija menor de los Reyes Católicos, se casaría con Arturo (en nombre fue elegido por su padre para atraer la lealtad de los galeses) Príncipe de Gales, el heredero al trono inglés. La Dieta imperial alemana acordó crear una comisión de inspección, con una presidencia rotatoria entre los príncipes electores, para aprobar y comprobar las sentencias de la cámara imperial.

A la muerte de Juan IIº de Portugal le sucedió Manuel Iº, apodado “El Afortunado”. En 1.496, el emperador alemán Maximilian Iº y los Reyes Católicos acordaron la unión de sus hijos Felipe, apodado “El Hermoso” por su parecido con el anterior Felipe IVº de Francia, que era Archiduque de Austria, duque de Borgoña y Brabante, y conde de Flandes, donde residió casi toda su vida, y Juana. Los hijos de dicho matrimonio constituirían la familia más poderosa de la época. Leonor se casaría primero con Manuel Iº “El Afortunado”, de Portugal, y, a la muerte de éste, con Francisco Iº de Francia, con intención de conseguir la paz duradera con dicho país. Carlos heredaría los reinos hispánicos y el Imperio Alemán. Y Fernando el patrimonio de los Habsburg, incluso la parte que le debía corresponder a su hermano Carlos (Austria, el Tirol y diversos ducados colindantes) del que recibiría posteriormente la abdicación del título imperial y, por su matrimonio con Ana, hermana de Luís IIº de Bohemia, dicho reino y Hungría. En 1.497 murió Juan, hijo y heredero de los Reyes Católicos. Dado que los portugueses concentraban sus esfuerzos en las costas occidentales, los Reyes Católicos decidieron dar un nuevo impulso a sus posesiones en el Norte de Africa, conquistando Melilla. Vasco da Gama inició su expedición exploratoria con una pequeña Flota. Inglaterra envió al veneciano Giovanni Caboto (John Cabot para los historiadores anglófonos) a explorar la costa Este de los futuros Estados Unidos. A su regreso informó de la existencia de bancos pesqueros en Terranova, que, desde entonces, se pusieron en explotación por los nordeuropeos. Castilla había concentrado su esfuerzo exploratorio y colonizador en el Caribe, posiblemente por ser el lugar inicialmente arribado por Colón, aunque no fuese la ruta más corta ni más favorable para el aprovechamiento de los vientos alisios y contralisios, hacia el Ecuador, como harían los portugueses en su navegación con Brasil. Más tarde se comprendería que las Antillas era la mejor base de partida hacia los tres subcontinentes: Norte, Centro y Sudamérica.

Desde La Española (actual Santo Domingo) se prosiguió hacia Puerto Rico, las Pequeñas Antillas y Jamaica. En 1.498 murió Carlos VIIIº, sucediéndole su yerno, Luís XIIº de Orleáns. La India estaba fragmentada en pequeños sultanatos y reinos, en lucha constante entre ellos. En cambio, en Europa, el Renacimiento había originado una nueva mentalidad, optimista, de confianza en las capacidades humanas, de desentenderse de los designios divinos, arriesgada, dispuesta a afrontar retos, a no aceptar ninguno de los límites y temores de la tradición medieval. Había cambiado la estructura social, había mejorado la tecnología agraria, lo que permitía el crecimiento demográfico. El comercio a larga distancia había producido una acumulación precapitalista, que empezaba a influir en cambios del modelo productivo. La consecuencia fue un racionalismo, y pragmatismo, económico, de ruptura de reglas, de normas, de corsés, que iba a traspasarse a la filosofía, la religión, o las ciencias de la naturaleza. Se le puede llamar el siglo de los inventos y los descubrimientos. Vasco da Gama continuó las exploraciones por la costa oriental africana, en dirección hacia el Norte, atravesó el océano Indico y llegó al subcontinente indio, cerca de Calicut, más bien por causalidad. Con ello la India entra en la Edad Moderna. Los comerciantes mahometanos hindúes comprendieron el peligro, la pérdida de su monopolio, y convencieron a su rey de que los portugueses no pretendían el comercio libre, sino monopolizarlo e incluso la conquista de su territorio, en lo que acertaron. Vasco da Gama fue arrestado, aunque consiguió escapar: otro hecho que favoreció las aspiraciones portuguesas. Savonarola excitaba a las masas con ardorosos discursos, llevándolas al radicalismo religioso. Abominando de los lujos y las riquezas las hacía arrojar a la hoguera, incluyendo mobiliario, pinturas y obras de artes. Alejandro VIº le prohibió hablar en público.

Al incumplir la orden fue apresado, torturado, condenado por hereje  –un uso espurio de tal consideración- ahorcado, junto con sus compañeros, y su cadáver quemado hasta la calcinación, esparciendo sus cenizas por el Arno, para que no pudiera ser venerado. Tras el fracaso, final, de los monásticos benedictinos, cistercienses, cluniacenses, franciscanos, los predicadores místicos, Wycliff, Huss y Savonarola, no era esperable el triunfo de ninguna reforma. Todas las acusaciones y las injusticias cometidas contra quienes se atrevieron a hacerlas públicas  acumulaban un inmenso desprestigio contra el catolicismo. En el 1.499, el Imperio Alemán reconoció oficialmente la segregación de Suiza. Incitado por el Cardenal d’Amboise, que aspiraba a ser Papa si los franceses conseguían imponer su dominio, Luís XIIº invadió el Milanesado, alegando que su abuela era una Visconti y que el título ducal estaba siendo usurpado en alianza con Venecia, el Papa Alejandro VIº, su hijo, César Borgia y algunos milaneses descontentos con el gobierno de “El Moro”. El duque de Milán, Ludovico Sforza (“La fuerza” apodo de su antepasado que luchó a favor de los angevinos en Nápoles, iniciando una dinastía de condottieri, mercenarios) apodado “El Moro”, que había usurpado el ducado a su sobrino, menor de edad, que lo había heredado tras la muerte por envenenamiento de su padre, debió refugiarse en el Tirol, dominio de Maximilian, esposo de su sobrina Bianca. Allí reclutó un ejército de lombardos y mercenarios suizos. Es de destacar que “El Moro” había estimulado previamente la intromisión del rey de Francia en la política italiana, esperar sacar partido de ello, aunque no le salió como esperaba. El mahometanismo, desde Borneo, se había extendido por todas las islas del Sudeste Asiático, hasta las Célebes y Filipinas, no sin dificultades, dados los muchos particularismos de sus habitantes. Todas estas islas permanecían en un estado evolutivo muy arcaico, segregadas en pequeñas comunidades independientes. El mahometanismo consiguió agrupar algunas en sultanatos, cuyo comercio se centraba en Sumatra y Malaca, ciudad construida en el extremo Sur de la península Malaya por el rey de Singapur con ayuda china. Su puerto era practicable en todas las estaciones, y estratégico para acometer y dominar el Estrecho de su nombre, derivado del árbol frutal autóctono pokok melaka.

De sus aranceles y derechos de almacenaje recibían sus soberanos sus mayores ingresos. Los portugueses penetraron en su entorno con precaución y cautela, contentándose, en principio, con fuertes y colonias fundados y dirigidos por misioneros. Su presencia comercial era minoritaria, en comparación con la china, japonesa, tai, javanesa, hindú o árabe. Dirigidos por Affonso de Alburquerque conquistaron las bases comerciales que rodeaban Malaca. Alonso de Ojeda exploró las costas venezolanas. Vicente Yáñez Pinzón exploró el Mar Dulce (desembocadura del que se conocería como Amazonas) si bien, en aplicación del Tratado de Tordesillas, Castilla no pudo beneficiarse de ello. En 1.500, los turcomanos uzbekos de la Horda Blanca conquistaron Samarcanda, relegando a los timuríes a Afganistán. Kabul sería su último refugio. Vasco de Gama, junto con Pedro Alvares Cabral, volvieron a Calicut con una nueva Flota, bombardearon dicha ciudad y pactaron entregársela al rayaj de Cochin si entre ambos podían conquistarla. El rey de Portugal decidió controlar el comercio de India y difundir el catolicismo por ella. Para algunos historiadores con ello se inicia la Edad Moderna en la India. E incluso en el resto del mundo. Ludovico “El Moro” consiguió reconquistar Milán, pero fue derrotado, y sus propios mercenarios lo hicieron prisionero. Incapaz de movilizar nuevamente a la anterior coalición, Fernando “El Católico” debió reconocer que Francia se quedase con el Milanesado y pactar la ocupación conjunta de Nápoles. Esta situación no podía mantenerse, por lo que acabó en guerra. Los Reyes Católicos enviaron a Gonzalo Fernández de Córdoba, que sería conocido como “El Gran Capitán”, para organizar la resistencia de sus aliados italianos. Bayaceto IIº conquistó a los venecianos sus posiciones en el suroeste del Peloponeso, por lo que éstos impulsaron una coalición con Hungría y el Papa, ante la cual los turcos propusieron la paz. Por ella, Venecia reconocía la pérdida de sus plazas e islas y aceptaba el pago de impuestos, si bien, en compensación, recuperaba su antiguo privilegio comercial. Alonso de Bastidas llegó desde el delta del Amazonas hasta el Golfo de Darién, lo que se denominaría Castilla del Oro.

La Flota del portugués Alvares Cabral se desvió de su ruta africana, llegando a la bahía que denominó Porto Seguro, en lo que sería conocido como Brasil, donde dejó a algunos marinos para que aprendieran la lengua de los indios y se informaran de las riquezas del territorio, reemprendiendo los demás del derrotero hacia el Cabo de Buena Esperanza. El geógrafo florentino Americo Vespucci fue piloto en las últimas expediciones de Colón, y también, contratado por los portugueses, exploró la costa brasileña. Fue el primero que argumentó que no se trataba de Asia, puesto que la curvatura hacia occidente al Sur de Panamá, y las costas atlánticas de Colombia, Venezuela y Brasil no tenían equivalencia con la península Malaya, ni con ningún otro lugar de Indochina. Así lo explicó en su libro de mapas de las Nuevas Tierras Descubiertas, por lo que al Nuevo Continente se le conoció como América, de forma injustificada. Para los portugueses, en comparación con el comercio con la India, Brasil no despertaba, en principio, ningún interés. Sin embargo exploraron un paso por el Sudoeste para dicho comercio, por si fuese más rápido y breve, aún violando el Tratado de Tordesillas y las bulas papales. Así lo demuestran los mapas de Cantino y Caneiro. En 1.501, Ismail, nieto de los últimos iljanes, partió de Azerbaiyán con un pequeño grupo de partidarios, derrotó a los Carneros Blancos, se autoproclamó “rey de reyes” y fundó el nuevo imperio persa, encumbrando la dinastía de los safavíes. Su organización social imitaba a la turca. Intentó acaparar terrenos para recompensar los servicios prestados como feudos no heredables. El resto era propiedad privada o, como en Turquía, fundaciones piadosas. Inicialmente los jefes tribales tenían preponderancia, pero Ismail prefirió confiar en dirigentes locales experimentados, de avanzada edad, que hablaban persa.

No comprendiendo la estrategia de unificar el país, asimilar a los vencidos, se produjo la misma problemática entre nobles y burócratas que entre los otomanos, motivada por el incumplimiento de la promesa de distribuir botines de guerra, territorios y privilegios. En el terreno religioso esto significó la desaparición del sustrato turcomano y la consolidación del chiísmo. Moscú consiguió convertirse en auténtica potencia, tras lo cual, en 1.502, los mongoles desaparecieron del escenario ruso. Vasco da Gama intentó de nuevo conquistar Calicut, la actual Calcuta: como descubridor y marino sus méritos son indudables, pero como conquistador su crueldad, barbarie y desprecio de la dignidad humana eran similares a los de Tamerlán. Lisboa reprobó tal conducta. Los hermanos Corte-Real, procedentes de las Azores, exploraron los bancos pesqueros de Terranova. Se fundaron las primeras colonias españolas en el Golfo de Urubá u Ororubá, el actual Estado de Pernambuco, en Brasil, un magnífico refugio para las naves, pero infestado de lagunas plagadas de mosquitos, que obstruían el avance de los europeos. Los indios habían informado que había oro en el istmo de Darién, y que, al Sur, había otro “mar” semejante al Atlántico. Así que los españoles pensaron que era la península Malaya, con sus fabulosas perlas. Pero los poquísimos indios que allí encontraron, que construían sus chozas en las copas de los árboles, en sus selvas, con sus flechas envenenadas de curare, segregado por la mucosa epitelial de una especie de ranas, o con productos de origen vegetal, eran más eficaces que las armas de fuego y los miles de guerreros aztecas o incas. Así que, al contrario de lo que hacían con otros pueblos a los que se enfrentaban, desistieron de su empeño. Gonçalo Coelho descubrió una amplia bahía que, 30 años más tarde, sería conocida como Rio do Janeiro o Río de Enero. En 1.503, el Gran Capitán, al frente de tropas españolas y sus aliados italianos, derrotó a los franceses en Cerignola y Garigliano.

La inesperada muerte de Alejandro VIº ¿envenenado? interrumpió la labor de su hijo, César Borgia, que fue apresado, aunque consiguió que se le desterrase, por lo que pudo actuar como condottiere de su suegro, Enrique IIº, rey de Navarra. Su esposa, Margarita de Angulema, hija del conde de Angulema, hermana del futuro Francisco Iº de Francia, era famosa por acoger a escritores y pensadores reformistas religiosos que despertaban recelos en la corona francesa y en la Sorbona. Ella misma, conocida también como Margarita de Navarra, de Francia (su padre, que también era un capeto, nieto de Carlos Vº “El Sabio” de Francia, pretendió el trono francés, tras la muerte sin herederos de Carlos VIIIº) o de Orleáns, (su padre era hijo segundón del duque de Orleáns) publicó poesías y “El Heptamerón”, imitando al “Decamerón” de Boccaccio, aunque justificaba las narraciones eróticas que contenía por el análisis y búsqueda del verdadero y perfecto amor, algo inédito para las mujeres de su época, y difundió el estudio e interpretación evangélica y el platonismo. Todo ello pruebas e impulso del espíritu renacentista. El nuevo Papa, el belicoso Julio IIº -nombrado bajo las presiones de César Borgia, por considerar que era el que más le temía, lo que no le valió para conseguir que le perdonase antiguas afrentas, de las que aquél se vengaría tras su nombramiento- continuó personalmente la misión unificadora, imponiendo su autoridad indiscutible sobre todos sus dominios, preparándolos para su futura confrontación con el Kaiser Karl V. Erasmo de Rotterdam escribió un folleto anónimo contra el Papa, titulado “Julio excluido del cielo”, que le podía haber costado la vida de haberse conocido su autoría antes de la nueva ruptura en el cristianismo. Así que acumuló más argumentos para atizarla, aunque no fuese tal su intención. Micolaj Kopernik fue doctorado en derecho canónico, tras haberse licenciado en él y en derecho civil en Bolonia, y haber cursado estudios humanistas, de matemáticas y astronomía en Cracovia. Más tarde sería designado canónico y diputado de la Dieta prusiana. Una inesperada inundación de Tenochtitlán ahogó a Ajuizotl, lo que acentuó la visión azteca del poder inexorable, inevitable, de los dioses. Le sucedió Moctezuma IIº Xocoyotzin, uno de sus hijos, que se había destacado como bravo y triunfante militar.

Si embargo, al parecer, la extraña muerte de su padre, las noticias de las “casas de agua” o barcos con los que Colón había explorado sus costas, aquel mismo año, y otros presagios y premoniciones, lo convirtieron en un ser supersticioso, atemorizado, inconstante y dubitativo. Se autoproclamó Tlacatecujtli, “Señor de los hombres”. Construyó un nuevo canal que llevaba agua dulce, por medio del lago de agua salada, desde Chapultepec a Tenochtitlán. Allí llegaban piedras semipreciosas y metales nobles desde Guerrero, la bellísima y lujosa cerámica polícroma mixteca, desde Cholula, el cacao, que era el principal alimento y unidad de cambio monetizada, desde la costa del Pacífico, plumas de aves exóticas (en concreto las dos largas de las cola del quetzal, exclusivas para uso regio, bajo pena de muerte, y aún así, llevó al ave hasta su casi extinción, pero también las coloristas de otras aves, que utilizaban para tocados, penachos, prendas, tapices y escudos emplumados) y pieles de jaguar y ocelote, artículos del máximo lujo, desde el Golfo de Méjico, así como algodón desde Juaxteca, cuyo mercado a Hernán Cortés le recordaría el de Salamanca. Sin embargo, la capital cultural, residencia de filósofos, científicos y poetas, donde estaba situada la mayor biblioteca, ninguno de cuyos ejemplares nos ha llegado, era la vecina Texcoco. Uno de sus soberanos, Netzajualcoyotl (“El coyote que ayuna”, quizás una forma de decir “el sabio despierto, vigilante”) que había construido un dique para separar el agua salada de la dulce del lago Mechica, como teólogo reflexionó sobre el politeísmo, planteando la necesidad de una religión monoteista, y escribió poemas, en el momento de máximo esplendor de las culturas americanas, en los que vaticinaba su próxima extinción. Como la empresa descubridora americana y su financiación, ante la negativa de Fernando “El Católico”, fue eminentemente castellana, a Castilla se incorporaron las nuevas tierras descubiertas, y castellanas fueron las instituciones que las regirían.

Se comprendió que el sistema de regalías o concesiones reales no era viable para las Antillas, por lo que se tomó la decisión, quizás extrapolada acríticamente al resto de los dominios hispanoamericanos, de establecer un monopolio comercial (estanco, es decir, hermético) que fiscalizase todo el tráfico, especialmente el de metales preciosos, ya que se suponía que esta era la principal riqueza de “las Indias” y el objetivo de llegar a ellas. Para mejor hacerlo se fijó un sólo puerto “cargador” (y receptor) para esta ruta. Se eligió el de Cádiz, de gran capacidad de tráfico, pero la difícil defensa del mismo y la creación de la Casa de Contratación de Indias en Sevilla hizo recomendable unificar el comercio en dicha ciudad, cuyo puerto interior se entendía inexpugnable. En principio dicho organismo era poco más que una lonja, es decir, unos almacenes generales de depósito. Pero, al poco tiempo, la exigencia de un meticuloso registro, fiscalizador, de mercancías, al que se unió el de pasajes y marinos, lo convirtió en una especie de Ministerio de Comercio con América, que actuaba como intermediario y por delegación del Consejo de Castilla. Organizaría y abastecería los fletes que, al poco tiempo, se convirtieron en Flotas, como hacía Portugal, sobre todo para protegerse de la piratería. A imitación de los antiguos Consulados del Mar, dirimía todos los pleitos ultramarinos y mercantiles de la ruta, lo que se iría ampliando a los nuevos dominios. Como dicha ruta era secreta y las tierras desconocidas, incógnitas, era preciso interrogar a los marineros sobre los derroteros y descubrimientos efectuados, exigir informe a los capitanes y pilotos, levantar y ceder planos, y asegurar que todos comprendieran el secreto de sus conocimientos y se comprometiesen a guardarlo, bajo la amenaza de las penas a las que se enfrentaban. Así nació el Archivo de Indias, que, en principio, no suponía una actividad desgajada de la Casa de Contratación.

Creó la Escuela Náutica de San Telmo, posteriormente convertida en Universidad de Mareantes, para la formación de pilotos y cartógrafos, con cátedras de cosmografía y matemáticas. En tiempos de Ovando, el primer Gobernador de La Española, en explotaciones abiertas, se consiguió cabaña de cerda y vacuno como para abastecer las expediciones conquistadoras. A la muerte de Isabel Iª de Castilla, en 1.504, según el acuerdo matrimonial, heredó la corona su hija Juana. En su testamento, considerándolos razas débiles, como parecía demostrar su elevada mortandad, que hoy sabemos que no se debía tanto al trabajo extenuante a que los sometían los conquistadores, como a las nuevas enfermedades llevadas por los europeos (viruela, sarampión, gripe, lepra; se duda si la sífilis llegó de Europa o es de procedencia americana: yo apuesto por lo primero, ya que treinta años después, los italianos y los españoles la consideraban “mal francés”, sin que fuese asumible el contagio masivo de éstos en América) y la depresión que les producía que fuesen reducidos a cautiverio, pedía un buen trato a los indios americanos. Con la misma idea ya había promulgado las Leyes de Indias, que limitaban las horas de trabajo e imponían el descanso dominical a los nativos, anticipándose en más de cuatro siglos a la legislación social en Europa. A sabiendas de la debilidad mental de su hija, pero sin reconocerla, recomendaba que aceptase el asesoramiento de su padre, Fernando IIº de Aragón y Vº de Castilla, y éste le concediera. Hernán Cortés era heredero de una familia hidalga terrateniente extremeña. Como era costumbre en su época cursó estudios, en Salamanca, para lo que demostró aptitudes. Pero también tendencia a complicarse en amoríos, por lo que su padre le hizo volver a sus posesiones. Allí se relacionó con una mujer casada, por lo que hubo de huir, precipitadamente, saltando una tapia, a resulta de lo cual se rompió una pierna. Su padre consiguió ocultarlo. Durante su convalecencia se dedicó a leer sobre las guerras italianas y sobre las Indias Occidentales, de las que se fabulaba que, en sus costas, se amontonaban perlas del tamaño de avellanas, sus ríos arrastraban grandes cantidades de oro y en sus selvas había duendes y amazonas.

Se dirigió a Sevilla para alisarse en los Tercios, pero en la Lonja de Contratación le convencieron de que sus conocimientos serían útiles para administrar las colonias en las Indias. De forma que, con 19 años, llegó a Santo Domingo, donde realizó trabajos de funcionario. Enamoró (o engatusó) a la hija del Gobernador, quien lo persiguió por la selva, hasta que se convenció de que era preferible casarlo en lugar de cazarlo, dejando a la seducida en evidencia. Felipe “El Hermoso”, primogénito de Maximilian Iº de Austria y María de Borgoña, alegando locura de su esposa, se hizo cargo del Gobierno, desairando a Fernando IIº “El Católico”. Este, tratando de evitar el conflicto con su yerno, padre de su nieto, futuro heredero de ambos reinos, aún contrariado, se retiró a Aragón, donde contrajo nuevo matrimonio con Germana de Foix, heredera del reino de Navarra. Tuvo tres hijos con ella, aunque el primer varón falleció a las pocas horas, de forma que no se produjo una nueva separación entre Castilla y Aragón. Su segundo hijo varón, para evitar controversias, perniciosas ambiciones hereditarias, fue destinado a la Iglesia. El Gran Capitán derrotó de nuevo a los franceses en Gaeta, con lo que Aragón aseguraba su dominio exclusivo sobre Nápoles. Vespucci completó una nueva exploración costera americana. Martin Luther, buen estudiante, al que motejaban de “el filósofo”, alternativamente huraño, taciturno y reservado, o alegre compañero de diversiones, que tocaba muy bien el laúd, una personalidad contradictoria, esquizofrénica, que transitaba del vitalismo apasionado, de humor burdo, a la cólera y la melancolía, comenzó a estudiar Derecho. Según una leyenda, en 1.505, se salvó milagrosamente de un rayo, que cayó junto a él, por lo que decidió hacerse monje, con gran disgusto y oposición de su familia, que confiaba en sus estudios para que se hiciera rico y los favoreciese y asesorase en su explotación minera. Se dedicó a hacer buenas obras, especialmente a rezar por las almas de los demás, a ayunar, flagelarse, constantes confesiones, y peregrinajes. Su prior estaba preocupado por lo que consideraba un exceso de reflexión, que podría conllevarle enfermedades mentales. Así que le ordenó que hiciese estudios universitarios, como para que se distrajera.

La potestad de elegir al monarca llevó a la alta aristocracia polaca, que, además, se distinguió en la guerra contra los otomanos, a las mayores prerrogativas. De forma que, tras haber anulado el estatuto jurídico especial de las ciudades, y sojuzgado al campesinado, impusieron el voto de la Dieta, que dominaban, para confirmar las leyes reales. Con ello Polonia se convertía, de hecho, en una especie de república oligopolística aristocrática, aunque bajo la representación monárquica. Sin embargo, las continuas disputas entre las grandes familias y la normativa especial de la Dieta (bastaba el veto de un sólo diputado para impedir un acuerdo) le impidieron sacar provecho de ello. Las potencias extranjeras, lógicamente, fomentaron tal situación. A la muerte de Iván IIIº le sucedió Basilio IIIº, como Gran Duque de Moscú. Alfonso Iº, hijo de Juan Iº de los manikongo, exterminó al partido indígena de oposición, imponiendo un programa de cristianización. Denominó a la capital de su reino Sao (en portugués, “San” o “Santo”) Salvador, y estableció un régimen administrativo que en todo imitaba a los portugueses, quienes, por su “ayuda técnica”, exigían en pago marfil, y sobre todo, esclavos. Alfonso Iº del Congo comprendió que ni los portugueses ni el cristianismo eran tan bondadosos como hacían creer, por lo que empleó toda su habilidad diplomática en poner cotas a la ambición de los negreros, igual que harían sus sucesores. Subió al trono chino el excéntrico Uu-tsung, también conocido como Cheng Te, con 15 años de edad. Los misioneros españoles en Hispanoamérica, franciscanos, agustinos, dominicos y jesuitas, no sólo defenderían a los indios de la ambición voraz de los encomenderos, sino que se encargaron de su educación, culturización (o aculturación, según se interprete) y civilización. El primer colegio americano lo fundó en Santo Domingo fray Fernando Suárez. En las Antillas, donde los colonos españoles eran numerosos, se daban clases indistintamente a españoles e indios.

En 1.506 murió Felipe Iº de Castilla, lo que se achacó a beber un vaso de agua fría tras jugar al paddle-tenis, aunque no se puede descartar que fuese envenenado y que, tras lo cual, estuviese el Cardenal Jiménez o Jiménez de Cisneros, principal valedor de la unidad hispánica, que ya se había destacado por la intensa reforma, moralizadora, de los monjes y clero españoles, antecediendo a la reforma lutherana y a la trentina, tras el Concilio de Trento. Con dicha muerte, Maximilian, igual que les había ocurrido a los Reyes Católicos, se quedaba sin ningún hijo varón para sucederle. La reina comenzó a deshacer todas las concesiones, mercedes y regalías otorgadas por su esposo. Atemorizada de perderlos todos, la Junta de Castilla, sin consultar con ella, nombró un Consejo de Regencia, presidido por el Cardenal Cisneros, contraviniendo los deseos expresados por la reina Isabel en su testamento. Cisneros, tras intentar infructuosamente que la reina convocase Cortes, o que los destinados a ser procuradores en las mismas quiseran aceptar su constitución, transfirió la regencia a Fernando Vº de Castilla y IIº de Aragón. Es tradición que, al preguntarle un miembro de la Junta de Castilla con qué poderes había tomado tal decisión, desde la ventana de la torre del homenaje de su castillo señaló a los cañones de sus almenas, respondiendo que esos eran sus poderes. Segismundo Iº, hermano de Luís IIº de Bohemia y Hungría, fue coronado rey de Polonia. Tras sucesivas reunificaciones y divisiones, en el 1.507, el imperio mongol de los timuríes desapareció, invadido por los uzbekos. El sultán de Ddeli, Ibrajim, intentó frenar los excesos de la aristocracia afgana, en la que se apoyaba su dinastía. Comoquiera que ésta reaccionó rebelándose, tuvo que entregar el sultanato a Babur, príncipe timurí de Fergana, que inició la dinastía gran mogol en la India. Federico de Sajonia, apodado “El Sabio”, había fundado una Universidad en Wittenberg, en la que se le dio la cátedra de Teología a Martin Luther. En 1.509 Enrique VIIIº sucedió a su padre, Enrique VIIº, en el trono inglés, y se casó con la viuda de su hermano mayor, Arturo, Catalina de Aragón, para asegurar la pretendida alianza con los reinos hispánicos.

Tomando como base Veragua, fundada por Colón, que, en cumpliento de las capitulaciones de Santa Fe, el campamento de sillares de piedra, hoy ciudad, edificado cuando el que sitiaba Granada se incendió, había sido titulado duqe de Veragua (ver-agua) tras confirmarse su descubrimiento de la nueva ruta transoceánica, Diego de Nicuesa colonizó Panamá. En 1.510, Martin Luther fue a Roma, quedando completamente decepcionado por la corrupción que encontró en la curia. Se creó una alianza mahometana para expulsar a los portugueses de la India.

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