0396-Todos contra todos

Flavio Arcadio, de 17 años de edad, heredó Oriente, y Flavio Honorio, con 11 años, Occidente. Como regentes, durante su menor edad, designó a Rufino y al General vándalo Estilicón, respectivamente. Rufino fue asesinado, igual que su sucesor, Eutropio, siendo sustituido por el godo Gainas, jefe del ejército. Al parecer, todo ello, teledirigido por Estilicón. Por todas partes se extendía el malestar por lo que parecía una conquista o suplantación del Imperio por los bárbaros. Más aún porque godos y vándalos eran arrianos. Potenciaron tal sentimiento la emperatriz de Oriente, Eudoxia, a pesar de que era franca, y Silesio de Cirene, futuro obispo. Ese mismo año los hunos invadieron Turquía. En vista de que no pasaba nada, de que el ejército imperial no estaba en condiciones de reaccionar, en el 396 los visigodos eligieron rey en asamblea a Alarico, consideraron que era indigno estar enfeudados al imperio, abandonaron Moesia y devastaron Tracia, Macedonia y Tesalia. Estilicón consiguió llevarlos al otro lado del Danubio, pero Arcadio, tal vez impulsado por su esposa, nombró a Alarico, en el 397, jefe del ejército de Iliria, lo que hoy sería Eslovenia, Croacia y parte de Servia.

Era un terreno que, desde tiempos de Constantino estaba en disputa sobre si debía pertenecer a Oriente o a Occidente. Estilicón estalló en cólera y decidió no apoyar nuevamente a los orientales. Arcadio, creyéndose que ya estaba seguro, que Alarico podría impedir que Estilicón invadiese el imperio de Oriente, llegó aún más lejos, al pedir cuentas a Gainas por sus asesinatos. Este respondió invadiendo Constantinopla y parte de Turquía con sus godos, y pidiendo para éstos, que eran arrianos, el acceso a los templos. Era más de lo que el pueblo estaba dispuesto a tolerar, así que cuando Gainas abandonó Constantinopla llevándose una parte de sus tropas, se sublevó, asesinando a 7.000 godos. Gainas tuvo que huir, siendo asesinado en el 400 por un jefe huno. Desde entonces los orientales no permitieron que los germánicos tuviesen influencia duradera en el Imperio, lo que fue determinante para su supervivencia. Y también que no se les concediesen terrenos para que se asentaran dentro de sus fronteras a cambio del compromiso de defenderlas, como se había hecho en Occidente. Claro que esto fue posible porque pudieron pagar mercenarios que lo hiciesen en lugar de ellos. Así como sobornar a los invasores para que se desviaran hacia Occidente.

Así que la pervivencia del Imperio de Oriente está estrechamente vinculada a la desaparición del Imperio de Occidente. Todo lo cual está relacionado con una diferente capacidad financiera. Uno de los motivos fue que todo el comercio con China pasaba por el Imperio de Oriente, por lo que cobraban abundantes impuestos. Y también que continuaban ganando batallas –no siempre- contra los bárbaros, del Norte y del Este. Con ello podían conseguir reponer a los esclavos, y que no subieran de precio. Esto, unido a los privilegios conferidos para la población de Constantinopla, que otras ciudades fueron exigiendo, mantuvo la vida, y, con ella, la industria, la artesanía, urbanas, que continuaron siendo fuentes tributarias. Y también la inexistencia de piratas, o, más exactamente, el mantenimiento de una costosa pequeña Flota para reprimirlos. Como pudieron pagar mercenarios, ya que el erario público lo permitía, mantuvieron la seguridad en el tráfico marítimo y terrestre, un mejor control de los salteadores de camino, la seguridad de las rutas del comercio a larga distancia, y, con ello, la estabilidad económica, pudo mantenerse. Y, con ello, los impuestos correspondientes.

De forma no hubo el éxodo, la huida, sobretodo de esclavos, pero también de patricios, que trataban de evitar el agobiante peso impositivo, desviándolo hacia los pequeños propietarios que les eran vasallos, y de las injusticias y caprichos tiránicos del poder cortesano, hacia el campo, como ocurrió en Occidente, introduciendo el feudalismo aún antes de que la decadencia del Imperio Romano hubiese llegado a su término. Lo cual influyó en el mantenimiento de la vida e industrias urbanas orientales. La administración se mantuvo fuertemente centralizada, incluso la recaudación tributaria en el medio rural, dada la mayor seguridad de las comunicaciones terrestres. Así que no fue necesario llegar a pactos de tributación colectiva, sino que, al contrario, se mantuvo un sistema impositivo, muy oneroso, pero equitativo. Y, con ello, impidieron el desarrollo del feudalismo. Esto también fue posible porque el rendimiento del suelo, la abundancia de trigo, especialmente en Egipto, Palestina, las llanuras griegas y Turquía, era superior a la media de Occidente. Ese mimo año, los vándalos, dirigidos por su rey Gogediselo, aliados con suevos y alanos, se dirigieron hacia el Rin.

En el 401, Alarico, desde su posición privilegiada, invadió Italia, aunque Estilicón logró rechazarlo en Verona. Para ello debió echar mano de las tropas galas. Comprendiendo las posibilidades que se les ofrecían, todos los pueblos germánicos, además de vándalos, suevos, cuados, alanos, alamanes, burgundios y francos, coordinada y simultáneamente, asaltaron las fronteras del Rin y del Danubio, llegando hasta los Pirineos. Ante tales acontecimientos, Estilicón acordó con Alarico pagarle subsidios, y la reubicación de los visigodos en el más fértil valle del río Save, en Eslovenia, pero no en régimen de feudo [1] sino casi como reino independiente. En el 405, quizás envalentonados por ello, los ostrogodos y otros pueblos germánicos, atravesaron el Danubio y los Alpes [2] siendo derrotados en Florencia. Posiblemente Estilicón también pactó con los francos [3] a los que quizás les prometió territorios en las Galias, puesto que lucharon denodadamente para expulsar a parte de los invasores, hasta que, en el 406, los vándalos, dirigidos por Gunderico, aliados con suevos y alanos, los derrotaron. En el 408 murió Arcadio, emperador de Oriente. Le sucedió su hijo, Teodosio IIº, menor de edad.

Estilicón intentó sacar provecho de ello, entrometiéndose en la disputa surgida sobre la regencia. Los orientales no estaban dispuestos a tolerarlo, por lo que, en confabulación con el Senado romano y los grupos antigermánicos de ambas cortes imperiales, Honorio, emperador de Occidente, lo asesinó. Quizás se le culpó de haber permitido la violación de la frontera por los bárbaros, a pesar de lo mucho que había luchado por mantenerla, aunque no hizo demasiado contra los vándalos, de su misma etnia, ni contra los suevos. Desaparecido su enemigo, Alarico se lanzó de nuevo contra Italia, exigiendo mejores territorios. Asedió Roma y obligó al Senado a nombrar emperador a Prisco Atalo, prefecto de la ciudad. Sin embargo éste no se mostró como la marioneta que deseaba, por lo que lo depuso al año siguiente. Mientras tanto Honorio resistía en los pantanos de Rávena, con ayuda de tropas orientales. Alarico, tras una alianza con los ostrogodos, saqueó Roma en el 410, y se dirigió hacia el Sur con un gran botín, llevándose a Aelia Gala Placidia, hermana del emperador, como rehén. Algunos historiadores aseguran que fue violada. Lo que parece confirmado es que fue objeto de todo tipo de ultrajes y humillaciones.

Es posible que la inteligente Gala Placidia se prestase a ello, hiciese ver que Honorio no se atrevería a atacarles mientras siguiese viva, y no ofreciese resistencia a los abusos y diversiones de los godos, a cambio de sobrevivir. Alarico pensaba pasar a Africa, pero no encontró buques para ello. La Flota del imperio de Oriente dominaba el Mediterráneo en esa época. Era una situación semejante a la de Espartaco, 5 siglos antes. Estancado, Alarico murió a los 35 años, por causas que se desconocen. Tal vez Gala Placidia estuvo detrás de ello. Le sucedió su cuñado Ataúlfo, romanófilo. Su intención era, como otros grupos de germanos de la misma tendencia, no destruir o despedazar al Imperio Romano, sino integrarse en él, esperando, a largo plazo, un nuevo Imperio Romano-Germano, refortalecido, con lo que se adelantaban en 4 siglos a lo que terminaría ocurriendo. En el caso de éste, dominado por un emperador godo, como él. No era esta la visión de Honorio, que les prohibió permanecer en Italia y se negó a cederles terrenos en las Galias. En el 411, dicho emperador pactó con los vándalos y sus aliados su asentamiento en Hispania, excepto en la provincia Tarraconense, en calidad de federados.

Para entonces los vascones ya habían emigrado desde el Norte de Aragón, donde los situaban los primeros informes romanos [4] hasta el Norte de Navarra y el actual País Vasco. En el 413, tras recorrer toda la península, los vándalos jasdingos y suevos se establecieron en Gallaecia, la actual Galicia y media Portugal [5] desde Lisboa hacia el norte, los vándalos silingos en Andalucía, Extremadura, Toledo y Ciudad Real, y los alanos en el resto, siempre de forma pacífica. Pero esta situación duró poco tiempo. Los silingos debieron escoger su asentamiento por las riquezas que le permitían controlar, e impusieron precios y condiciones a Rávena sobre los metales, trigo, aceite y vino que exportaban. Ese mismo año, tras el fracaso de las negociaciones con el obstinado Honorio, Ataúlfo se casó con Gala Placidia, hermana de aquél, que mantenía como rehén. Constancio, jefe del ejército de Occidente, logró acuerdos de reasentamiento con los burgundios, a ambos lados del Rin, desde Worms. Y también con los francos. Con ello reorganizó y pacificó la Galia, asegurando la pervivencia del imperio de Occidente, ya reducido a Italia, algunas regiones galas y parte de Africa. La boda de Ataúlfo no cambió la intención de Honorio respecto de los visigodos.

Quizás incluso le enfureció más que si la hubiesen violado, ya que esto les daba poder y credibilidad, y a él le emparentaba con unos bárbaros. Así que envió a Constancio para acabar con ellos. Ataúlfo reaccionó conquistando Barcelona, en el 414, con lo que establecía una cabeza de puente en Hispania para asegurar una posible retirada, si le obligase a ello la presión de las tropas francas e imperiales. Allí sería asesinado al año siguiente. Cuando Honorio comprendió que se había equivocado en el pacto, que le estaba saliendo muy caro, fomentó la guerra entre los germanos afincados en Hispania, según la estrategia que estaba dando resultados en otros lugares. Pero los vándalos silingos derrotaron a los vándalos jasdingos y a los alanos, absorbieron a estos últimos, y recluyeron a los suevos, protegidos por tropas imperiales, en la actual Galicia. Así que Honorio debió encargar a los visigodos, dirigidos por Walia, sucesor de su hermano Ataúlfo, que acabase con los vándalos, a cambio del trigo que precisaban urgentemente. Quizás su intención fuera que se exterminasen mutuamente.

Cuando los visigodos habían casi completado su tarea, Honorio se asustó del poder que les estaba dando, suponiendo que podía ser peor, incluso, que el de los vándalos, por lo que les ordenó que regresaran a las Galias, entre Burdeos, Poitiers, el Loira y Tolosa, dejando la limpieza final a las tropas romanas. Pero éstas se mostraron incapaces para ello. El asentamiento visigodo respetó el derecho “de hospitalidad” tradicional romano, por el que los invasores exigían que se les entregase un tercio de las fincas. Establecieron su capitalidad en Tolosa, donde se podían sentir más seguros, cerca de la frontera hispánica. En el 415, la furia anti-“pagana” llevó a la destrucción de la Biblioteca de Alejandría, así como el templo adjunto de Serapeión, dedicado a la deidad greco-egipcia de Serapis, deformación del antiguo Osiris. Hay quienes mantienen que el incendio fue casual -como el de la Roma de Nerón [6]– y quienes creen que fue a posta, pero para ocultar un previo robo de las obras, que, en parte fueron a parar a la de Pérgamo, de donde las había extraído Marco Antonio para complacer a Cleopatra VIIª. El patriarca de Constantinopla, Nestorio de Antioquia, contrario a Arrio, consideraba que el cuerpo humano de El Cristo era mera apariencia.

Esto era perfecta y lógicamente compatible con la cosustancialidad nicense, pero hacía imposible que la Virgen María fuese Madre de Dios, sino sólo de su apariencia corpórea. Gala Placidia se casó con Constancio, en el 417. Logró convencer a su hermano Honorio de que designase coemperador a su nuevo esposo, a lo que se opuso Teodosio IIº, emperador de Oriente. En el 421 murió el coemperador Constancio IIIº [7]. En el 423 murió Honorio, y Gala Placidia consiguió que su hijo Valentiniano, menor de edad, fuese reconocido como emperador, con ella como regente -en lo que recibió el apoyo del joven, enérgico y hábil General Aecio- por Teodosio IIº, en contraposición al que había designado el Senado romano, que debió abandonar el poder, lo que demuestra la escasa trascendencia que ya tenían las decisiones del órgano presuntamente legislativo. Los romanos temían que los germanos pudiesen dominar el Mediterráneo, hasta el punto de prohibir que se les informara sobre la construcción naval, bajo pena de muerte. El inteligente, desalmado y enérgico rey vándalo Genserico comprendió lo que el mar suponía. Entre otras cosas era una ruta de escape si los romanos conseguían derrotarle o los visigodos volvían a la carga.

Así que construyó una Flota, conquistando casi todo el Norte de Africa, que también producía trigo y metales, con el apoyo de los repetidamente sublevados y reprimidos berberiscos y herejes donatistas, y de Bonifacio, gobernador romano de la zona, enfrentado a Gala Placidia y a Aecio. Así Genserico estableció su monopolio marítimo sobre el Imperio de Occidente. En el 429, unos 80.000 vándalos, alanos y contingentes godos -además de sus mujeres- de los cuales 50.000 eran guerreros, se asentaron en el Norte de Africa. Ante el hecho consumado, y prefiriendo que abandonasen la Bética, Rávena pactó su consideración como federados. Los hunos, divididos en tres hordas, al mando de los hermanos Rua, Mundzuk y Otokar, que, en caso de necesidad, confluían sobre un mismo punto, atravesaron los Cárpatos, llegando hasta las llanuras entre el Danubio y el Tisza, sometiendo a los gépidos. Gala Placidia, conseguido su objetivo de regentar sobre su hijo, comenzó a distanciarse de Aecio, quizás por el poder que éste había acumulado, un obstáculo para sus propias ambiciones y la futura soberanía de Valentiniano, o por la política de aquel de mantener buenas relaciones con los hunos y los Generales germánicos.

Sin embargo, gracias a ello, Aecio consiguió recuperar la frontera del Rin. En el 431 se convocó el concilio de Efeso, ciudad donde con más intensidad se había iniciado el marianismo cristiano. En él se condenó el nestorianismo y excluyó de la Iglesia y el sacerdocio a su propagador. El bizantinismo de los patriarcas de Constantinopla, que les llevó a complicarse en tales disputas teológicas, impidió que dicha sede llegase a conseguir la primacía, a pesar del apoyo que podían haber conseguido del emperador de Oriente y los muchos y hábiles teólogos que la formaban. En realidad, parte de las disputas sobre el mistérico dogma de fe de la Santísima Trinidad, habría que enfocarlas sobre la transición del politeísmo oriental hacia el monoteísmo, al no llegar a comprender la inevitabilidad o superioridad teórica de la unicidad divina. Sin embargo, los obispos de Roma, mucho más simples, menos preparados, incultos, pero más concentrados en consolidar su poder, fueron quitándole el puesto. Por esa época Irlanda fue cristianizada por San Patricio. Difícilmente comunicada con Roma, su desarrollo fue completamente independiente. La base organizativa no fueron las diócesis, como en el Imperio Romano-Cristiano, sino los conventos.

Como no tenían obispos ni sacerdotes, los monjes hacían sus veces. El jefe tribal del pueblo era quien fundaba y protegía el monasterio, del que, muchas veces, era también propietario, nombrando al primer abad, que, lógicamente, era seglar, como ocurriría en muchos casos posteriormente, cubriéndose las vacantes por herencia. Al cristianizarse un pueblo se le obligaba a entregar un diez por ciento de su población a la vida monacal.


[1] Esta palabra es una castellanización del latín foedus, significando finca, propiedad territorial. De la misma raíz también derivan fundo -que en castellano antiguo significaba finca, solar, terreno- fundamento, fundación, fundir. Y federación.

[2] Algunos historiadores sostienen que Arcadio les sobornó para que abandonasen el imperio de Oriente y dirigiesen sus ataques contra Occidente.

[3] Este nombre se interpretó, posteriormente, como “libre”, “exento”, pero puede ser consecuencia del pacto con los romanos, que les eximía de pagar impuestos y les permitió vagar por las Galias, hasta encontrar el asentamiento que les agradara. Más sentido tiene que frank significase “sincero” o, mejor aún, “valiente”.

[4] Posiblemente el nombre de vascones (igual que gascones o gascuños, de la Gasconia, en Francia) sea una deformación de bacceones, que podría derivar del ibero baké-on, “los de la buena paz”, que se aprovecharon del Tratado entre romanos y cartagineses que prohibía a unos y otros traspasar el límite marítimo y terrestre –non plus ultra– acordado en la línea que partía de Mastia, cercana a la actual Cartagena, de donde emigrarían hacia el Norte tras la invasión de aquellos.

[5] El territorio en torno al Portus gallii, “El Puerto –en galaico O Porto– de los galos”.

[6] Si bien el área quemada coincidió, casualmente, con el proyecto de reurbanización, abandonado, porque no habían fondo para las expropiaciones necesarias, que sustituiría las “colmenas”, edificios de 4 o más plantas, de ladrillo, con los pisos superiores, de madera, para aligerar peso -imitación de los pisos de tres plantas egipcios, rematados de adobe y cañizo, respectivamente, el 2º y 3º- que fueron los que se quemaron, igual que en otras ocasiones, por grandes avenidas, templos y palacios de piedra y mármoles, que es la imagen que nos da de Roma las posteriores excavaciones arqueológicas, las que fraguaron el concepto idealizado de Renancimiento.

[7] ¿Envenenado?

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